Hoy:
editorial de La
Nación.
http://www.lanacion.com.ar/1659918-el-neoliberalismo-kirchnerista
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Lejos
del bien común
El neoliberalismo kirchnerista
En sintonía
con las últimas décadas, el oficialismo empobreció la vida civil
y, contradiciendo su relato, llevó a buscar en manos privadas los
servicios que el Estado dejaba de brindar, como educación, energía
y transporte
Abre la editorial de hoy con un fuerte reclamo: si esto es “en sintonía con las últimas décadas” (SIC), estamos hablando que al menos durante tres décadas este país está empobreciendo la vida civil. Algo cuantimentos discutible, si se toman en cuenta las históricas declaraciones de Juan Carr sobre el hambre en la argentina. Cuestión que se está tratando de resolver con resultados positivos recién en esta última década, y no en las anteriores. Porque como dijo el titular de Red Solidaria, hoy en Argentina, estamos a la vuelta de la esquina del hambre cero” (SIC) .
El Gobierno kirchnerista y sus propagandistas construyeron, a poco de iniciar su andadura, una narrativa sencilla que fue para mucha gente convincente; de acuerdo con ella, la misión que asumieron quienes desde entonces controlan el poder ha consistido en reparar un país dañado por la dictadura y por el neoliberalismo de los años noventa con políticas que decían ser, a la vez, inclusivas de aquellos que habían sido expulsados de la economía y del bienestar y reivindicativas de la memoria de las víctimas de la represión, muertas por ideales que el Gobierno declaraba hacer suyos. Pero al cabo de una década en el poder, el kirchnerismo deja un país yermo y desolado.
“Un
país yermo y desolado” (SIC). Algo así como EL INFIERNO. ¿Acaso
este señor K de Katz escribe desde el futuro, mismo? ¿Sabe que las
elecciones son en 2015? ¿El alegato primero en el que habla de lo
que se hizo desde el kirchnerismo, es irónico o está diciendo todo
lo hecho? No lo sabemos.
Entrega
una patria facciosamente dividida, desconcertada, colmada de la ira
de algunos, la decepción de otros y el sufrimiento continuado de los
muchos para quienes estos diez años no han sido más que el
desperdicio de una oportunidad para salir de la pobreza. Un gobierno
cuyas batallas épicas se han convertido en poco más que un
esperpento exhibe, en su ocaso, aquello que lo iguala con el monstruo
del que pretendió, o hizo creer que pretendía, hacerse diferente.
Que
alguien le avise a este señor que hay un montón de otros y otras
que no están divididos, iracundos, decepcionados ni sufriendo ni
consideran desperdicio a la década. Que hoy muchos pibes comen, se
educan y tienen sus vacunas por medidas de este gobierno y que esto
pasa hoy y pasará mañana. Que muchos pibes y pibas siguen militando
a un proyecto, y con más ganas que nunca. Que el “esperpento”
(SIC) es relativo y que eso de “ocaso” (SIC) es, además de una
exageración lingüistica, una exageración de los tiempos: falta
para el 2015, todavía no hay elecciones, que espere sentado rumiando
juegos de palabras con el diccionario de sinónimos en la falda.
Un
monstruo cuyo nombre usual, tantas veces arrojado en el rostro de los
otros, es "neoliberalismo", con el que ha compartido el
desdén por los demás y la defensa de intereses parciales, la
indiferencia respecto del bien común y el desprecio por una
comunidad política cuya existencia misma sólo es posible en el
marco de un espacio de deliberación que el kirchnerismo ha
cancelado; un gobierno cuyo legado más visible es el incremento de
las desigualdades, una sociedad cada vez menos convergente y el
retroceso de todos los indicadores que, de la educación a la salud
pública y de la movilidad social a la calidad de la Justicia, dan
verdadera cuenta del estado de una sociedad.
¿Eh?
SIC.
A
diferencia del menemismo, régimen emblemático de aquellas políticas
repudiadas, el kirchnerismo ha sido cobarde. Si aquél hablaba
frontalmente de la conveniencia de trasladar a agentes privados la
provisión de bienes públicos, éste, al tiempo que aumentaba el
tamaño del Estado, lo volvía cada vez más inútil y forzaba
arteramente a los individuos para que se proveyeran a sí mismos de
los bienes que el Estado dejaba gradualmente de brindarles.
“A
diferencia del menemismo (…) el kirchnerismo ha sido cobarde”
(SIC). Bueno. Si el kirchnerismo fuera valiente en estos términos,
sería... ¿Mejor o peor? Luego dice el señor K de Katz que durante
el menemato (?) pasó todo a privado y que durante el kirchnerismo
pasó todo al estado, pero INÚTIL. Y LA YEGUA, CARAJO Y TODO ESO.
Quienes
pudieron reemplazaron el transporte público por autos o motos,
delegaron la seguridad personal en custodios particulares, compraron
servicios de salud y sustituyeron la educación pública por la
privada, que vio engrosadas sus filas con las decenas de miles de
alumnos que abandonaron el sistema estatal. En los pasos finales de
esta exhibición de cinismo, el Estado delegó en los particulares la
provisión de energía: el paisaje urbano se vio así invadido por
generadores de electricidad que se hicieron presentes en veredas,
edificios, casas y comercios. El Estado kirchnerista privatizó
también las reservas del Banco Central, al transferirlas a los
particulares que decidieron que preferían utilizar una moneda
distinta del peso para realizar sus transacciones y preservar su
patrimonio.
“A
diferencia del menemismo (…) el kirchnerismo ha sido cobarde”
(SIC). Bueno. Si el kirchnerismo fuera valiente en estos términos,
sería... ¿Mejor o peor? Luego dice el señor K de Katz que durante
el menemato (?) pasó todo a privado y que durante el kirchnerismo
pasó todo al estado, pero INÚTIL. Y LA YEGUA, CARAJO Y TODO ESO.
Ni
moneda ni educación: ése será el legado del neoliberalismo
kirchnerista, que, al tiempo que distribuía masivamente su relato
por cadena nacional, instauraba una micropolítica de la
privatización forzando a todos los que estuvieran en condiciones de
hacerlo a contratar en el mercado los bienes comunes que el Gobierno
iba destruyendo o de cuya provisión se desentendía.
¿Por
ejemplo, señor K de Katz? ¿Qué bienes destruyó el GOBIERNO Y
CRISTINA Y MÁXIMO KIRCHNER? Oiga, hombre, sea claro que sino parece
que está destilando mala leche nada más. Aún confíamos en su
criterio, aunque se haya tentado con la palabra “relato” (SIC).
Sagaz,
sutilmente, el Gobierno se convirtió en el Gran Privatizador.
Playas,
verano, amor, alegría, astucia, sutileza, GORILA.
Pero
este gobierno introdujo poca novedad respecto de un pasado cuya marca
principal también consistió en arruinar lo que no es común.
QUÉ
CARAJO. HABLE CASTELLANO, MUCHACHO.
Años
de políticas iniciadas, cuando menos, hacia el final del gobierno
peronista de los años setenta, agravadas por la dictadura y
continuadas durante las dos últimas décadas; cuarenta años de
políticas que sólo intentaron ser interrumpidas durante el breve
interludio del regreso de la democracia y que se exacerbaron gracias
a la incompetencia de la Alianza y a la crisis de principios del
siglo.
Bueno,
aquí hay una definición política. El señor K de Katz prefiere al
radicalismo de Raúl Alfonsín. El de la obediencia debida y el punto
final, felices pascuas, pacto de Olivos, la casa está en orden,
hiperinflación y nada más. Detalles pequeños.
Aquellos
que nacieron después del colapso de 1975 -casi el 70% de los
argentinos- son personas cuya memoria de lo colectivo se ha nutrido
mayormente de frustración y de fracaso o de cínica indiferencia,
para las cuales las ideas mismas de bienes comunes, espacio público
y vida cívica resultan ajenas o absurdamente utópicas.
Una
generalización aberrante digna de un gorila técnico. Si el setenta
por ciento de “los argentinos” (SIC) están frustrados,
fracasados, indiferentemente cínicos y le parece una utopía la vida
cívica... ¿Todo está perdido? ¿De cuánta gente habla
exactamente? ¿Esto está chequeado? ¿Está hiperrecontra chequeado?
¿Eh?
Porque
la clave de comprensión de estas décadas injustas no radica
fundamentalmente en las opiniones que nos merezca el tamaño del
Estado ni si éste debe o no proveer determinados bienes -como el
transporte aéreo- o servicios -como la transmisión televisiva del
fútbol-, sino, sobre todo, en su falta de disposición para convocar
a todos los ciudadanos en torno del ideal y de la experiencia de lo
que es común.
Para
el señorito K de Katz, la clave no está en tener más Estado, sino
en ver lo que pide la mayoría. Si este Gobierno siempre actúa para
tener más Estado y “los ciudadanos” (SIC) votan a favor de este
Gobierno como en las elecciones presidenciales y eso se llama
democracia,
no sería algo, digamos... clave. Es lo de menos.
Lo
que hemos visto en la Argentina de estas últimas, ya infinitas
décadas, es un adelgazamiento constante de la vida civil. El Estado,
pequeño en los noventa, grasoso en estos tiempos, ha sido eficaz
solamente para conseguir que grupos cada vez más numerosos de
personas hayan ido perdiendo sus habilidades críticas para asumir
los compromisos políticos y morales esenciales que se requieren para
cumplir el papel de ciudadanos en una democracia que funcione.
Esta
parrafada es un oxímoron abusivo. En primera instancia, dice
“infinitas décadas”, lo cual denota un hartazgo en particular de
este señor K de Katz de lo que nosotros conocemos como kirchnerismo
y él como KAKA. Luego dice que hay un “adelgazamiento” (SIC) de
la vida civil y enseguida dice que estos tiempos son “grasosos”
(SIC: no se entiende el pésimo uso de los adjetivos exagerados. Ni
Pepe Pompín Eliaschev abusó tanto de las palabras en vano. Y corona
este subtexto diciendo que esta democracia no estaría funcionando
porque EL GOBIERNO Y CRISTINA Y TODO ESO ya pudrieron las conciencias
(!!!).
No
ha recurrido para ello tan sólo a los mecanismos clásicos de la
expulsión, que consisten en arrojar personas por el barranco de la
pobreza, deteriorar la calidad de la educación, de la salud, de la
Justicia, de las infraestructuras, de los puestos de trabajo valiosos
tanto por las competencias que exigen como por los derechos que
otorgan? No sólo ha expulsado a muchos: también ha abierto, para
decirlo con la expresión de Albert O. Hirschman, numerosas puertas
de salida para que los sectores más acomodados de la sociedad, o
aquellos que quieren todavía preservarse como parte de la clase
media, hayan ido abandonando los bienes públicos, provistos por
instituciones financiadas y controladas públicamente,
sustituyéndolos por servicios contratados en el mercado de los
prestadores privados.
“Arrojar
personas por el barranco de la pobreza” (SIC) es un poquito fuerte,
troesma. Luego el playlist de “cosas que existen en una república
a las que les daremos un tono negativo”. Acá dice, efumemismo más,
feísmo literario menos, otra vez, lo que dijo arriba, todo rojo,
enojado, tipeando entre babas y medianoche: que este estado al
estatizar privatiza en nombre del Estado (?¡?¡?¡??¡??¡?¡?).
Expulsar
a unos y estimular la salida de otros han sido los mecanismos
privilegiados por quienes, tanto ayer como hoy, han colonizado el
Estado en beneficio propio y de sus cómplices, restringiendo cada
vez más la comunidad de aquellos que merecen ser respetados como
ciudadanos iguales, y no ignorados por excluidos o repudiados por
ausentes.
K
de Katz, si usted quiere incluir, empiece por escribir claro y
bonito. Haciendo trabalenguas tediosos, se nota mucho su enojo y sus
ojos inyectados en sangre.
Somos
así testigos -más bien: protagonistas- del resultado de casi medio
siglo de degradación del compromiso con la esfera pública, con los
bienes comunes, con las responsabilidades propias de la ciudadanía,
del sostenido menoscabo de las obligaciones con la sociedad civil.
“Somos
así testigos -más bien: protagonistas-” (SIC) Elija una de las
dos, señor. O testigo usted como comentarista enojado, o
protagonista usted de una desestabilización editorial (?).
Testigos
de un proceso de disolución que ha perturbado profundamente el
sentimiento de convivencia mutándolo en una cada vez más
dificultosa cohabitación y haciendo obligada una pregunta más
angustiante que sus posibles respuestas porque su sola formulación
condensa los fracasos colectivos: ¿podremos, los argentinos, vivir
juntos? ¿Podremos alguna vez vivir juntos, en una sociedad de
individuos autónomos que, como señala Rainer Forst, interactúen en
un espacio de razones, que construyan un marco institucional que
canalice los conflictos de opiniones e intereses y facilite su
solución?
Respuesta
a su pregunta inflamada de odio: sí, podremos. Zzzzzzzzzzzzz.
Así
como Alain Touraine se lo preguntaba respecto de la convivencia en
una sociedad multicultural, es necesario hacernos la pregunta sobre
la posibilidad de la convivencia en una democracia y una sociedad
profundamente fragmentadas.
Así
como el verdulero de la vuelta se preguntaba si aumenta o no el
tomate respecto de la convivencia con los empresarios y el barrio, es
necesario hacernos la pregunta sobre la posibilidad de que este señor
K de Katz no estará citando de más porque no se le cae idea alguna
más que la de decir TODO ESTÁ MAL, y así generar una sociedad
profundamente fragmentada.
Nada
parece sugerirlo.
Ok.
Suponer
que el ruinoso final del actual gobierno es el fundamento de una
nueva y mejor oportunidad es simplemente desconocer, de modo
irresponsable y complaciente, que los muchos fracasos anteriores no
han modificado las conductas básicas de los actores colectivos ni
individuales en un país en el que cada vez es más difícil
encontrar razones compartidas para vivir.
Traduciendo:
si esto es malo, lo que viene es peor. Y además de ser culpa de
Menem, la Alianza y por supuesto KRISTINA, también es culpa de las
personas. Ergo: joderse.
Porque,
en efecto, quienes aquí estamos lo hacemos fundamentalmente por
razones privadas, una de las cuales es, muchas veces, tan sólo la
imposibilidad de no estar aquí.
JAJAJAJAJA.
Acá es claro, diciendo que se queda en este país porque no le queda otra. Si no, se iba corriendo. Le informamos al señor K de Katz que Aerolíneas Argentinas tiene buenos precios y promociones.
Acá es claro, diciendo que se queda en este país porque no le queda otra. Si no, se iba corriendo. Le informamos al señor K de Katz que Aerolíneas Argentinas tiene buenos precios y promociones.
La
sociedad argentina debe reconstruir razones públicas para la vida en
común, razones que no son y que nada tienen que ver con las que nos
hacen compartir un territorio. Vivir juntos, no cohabitar.
...
Porque
éste será un país cada vez más injusto no sólo por expulsar a
unos y estimular la salida del espacio común de los otros, sino
sobre todo porque las únicas razones de nuestra permanencia son cada
vez menos compartidas con los demás.
Señor
K de Katz, usted acá dice que la única razon de “nuestra
permanencia” (SIC), o sea, de que el pueblo argentino viva en
Argentina, son “cada vez menos compartidas con los demás”. Diga
las razones, al menos, salvo que crea usted también que todos y
todas en este país (o al menos ese 70% que dijo antes) viven aquí
porque no se pueden ir, como usted.
SIC!